El patinete eléctrico: el aliado del distanciamiento social Leave a comment

Diariamente en Canarias se mueven millares de personas en las diferentes islas, siendo la mayor parte de estos movimientos totalmente urbanos o periurbanos. Las nuevas condiciones sociales, motivadas por la COVID-19, nos llevan a estar todo lo distanciado posible.

Si bien los transportes públicos en las islas son completamente seguros frente al virus y su enfermedad, no es menos cierto que existen preocupaciones lógicas. Evitar que esas preocupaciones acaben en los coches -y todo lo que conlleva: tráfico, contaminación, horas perdidas…- es primordial.bPor ello, el patinete eléctrico se ha convertido en el aliado perfecto de la nueva normalidad y su distanciamiento social.

Muchas personas, especialmente del sector terciario, podrán seguir su actividad laboral mediante teletrabajo, pero en ciertos casos tendrán que pedir a sus empleados que realicen algún trayecto: a la oficina, a una reunión, a una cita, a una visita… Y en otros casos, irremediablemente, el trabajo debe desempeñarse de forma presencial.

El patinete eléctrico es una solución para moverse por Canarias sin utilizar el coche. Con este dispositivo de movilidad personal (VMP) es posible preservar la distancia social y evitar el tráfico de los coches: distanciamiento social sostenible, más rápido, sin atascos y sin preocupaciones de aparcamientos, te lo subes a la oficina.

Ya parece seguro que los patinetes eléctricos es más presente que futuro. Hoy en día existe una amplia gama de dispositivos desde el scooter urbano (Xiaomi, Ninebot, Cecotec), incluyendo patinetes periurbanos como o, incluso, scooters todo terreno más exigentes. Los modelos periurbanos y todoterreno son adecuados para quienes tienen viajes largos entre el hogar y el trabajo.

Finalmente, en una nota más ecológica, este desconfinamiento también es una oportunidad para cambiar sus hábitos de transporte. El confinamiento impuesto por la pandemia Covid-19 ha permitido observar una caída drástica de la contaminación atmosférica y acústica. Entonces, ¿por qué no repensar nuestros modos de transporte para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero o incluso la contaminación acústica omnipresente en las grandes ciudades?

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